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Que la paternidad no destruya tu relación en pareja

Que la paternidad no destruya tu relación en pareja


Cuando tus hijos llegaron a tu vida, la cambiaron por completo: no más fiestas, no más salidas con los amigos, no más noches de dormir a pierna suelta, no más tiempo para ti y tu pareja solos.
Sin embargo, ahora que crecieron y abandonaron el nido, es posible que ahora voltees y no sepas exactamente cómo volverte a acercar a él o ella. No te desanimes; todo tiene una solución.
Es altamente probable que, ahora que se fueron tus vástagos, experimentes una especie de vacío, una melancolía y un silencio en la casa. Aunque no lo creas, este fenómeno tiene nombre: síndrome del nido vacío.
Lo importante aquí es no clavarse en la melancolía y ver esta etapa no como un problema, sino como una oportunidad para recuperar la relación con tu pareja, volver a salir juntos, hacer las cosas que a ambos les gustan y disfrutar de su mutua compañía.

El error de origen
En muchas parejas que deciden convertirse en padres, hay una tendencia muy marcada a hacer a un lado los proyectos comunes, las aficiones, la complicidad, y volcarse de lleno a la paternidad, por lo que dedican muy poca energía a su vida en pareja, la cual sobrevive casi por inercia.
Por eso, cuando llegan los hijos a una edad en que se emancipan, es cuando los padres se percatan de la lejanía que hay entre ambos; notan que su matrimonio está marchito, o por lo menos, metido en una especie de frigorífico.

Mantengan espacios sólo para ustedes
Para prevenir la situación arriba descrita, lo mejor es continuar reservando en la agenda momentos para compartir y que sean exclusivos de la pareja. Este ejercicio debe ser constante, voluntario y que no resulte forzado para nadie.
Continuar interesándote en tu pareja, sus gustos, sus sentimientos, es otra de las claves. En síntesis: aunque estén casados, no se quiten el chip del noviazgo a cambio del chip de padres de familia; trabajen con ambos chips al mismo tiempo y esa será la clave para que su matrimonio llegue a buen puerto y puedan enfrentar juntos el famoso síndrome del nido vacío. 

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