Madres superheroínas: cómo ser una buena madre
Tarde o
temprano, muchas madres de familia tienen que recuperar su propio eje, si es
que lo perdieron al poner en primer plano el bienestar de sus hijos o su
esposo.
Aceptémoslo:
Vivimos en una sociedad en que aún a la fecha, las mujeres que son madres ponen
su vida personal y profesional en segundo plano, para cumplir con el rol que
muchos siglos de “historia y tradición” les ha impuesto y que además, muchas de
ellas cumplen gustosamente.
Sin embargo,
la verdadera liberación consiste en quitarse ese chip de “vivir para otros” y
hacer la propia vida en función de los propios deseos e inquietudes, y no de un
sentido del deber impuesto socialmente.
Desafortunadamente,
muchas madres experimentan un gran vacío cuando los hijos ya no necesitan de su
ayuda, o cuando no hay a quién prepararle la comida. Esta crisis, que suele
darse cuando los hijos han crecido, coincide con la menopausia, por lo que
muchas veces se vuelve invisible para muchas de ellas.
La liberación
femenina, por otro lado, ha generado una nueva figura mítica contemporánea: la
super mamá, la que enseña el músculo, que todo lo puede y todo lo resuelve, que
puede con varias cosas a la vez y que nunca se cansa.
Esta figura
de la super heroína, si bien trata de resaltar el poder que se esconde en toda
madre, también olvida las vulnerabilidades y hace invisibles las necesidades de
la mujer convertida en madre, a quien también le gusta que la apapachen, que le
dediquen tiempo, que la ayuden.
Las madres velan
por el bienestar de todos en casa, buscan que haya siempre armonía en el hogar;
son el fiel de la balanza. Y como demuestran tanta eficiencia y fortaleza,
¿quién se preocupa por que ellas estén bien por dentro?
Buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de
sabiduría. Y si aún así una madre no pide ayuda, no significa que no la
necesite, sino que fue adoctrinada por siglos y siglos de machismo para
silenciar su propia voz. Escuchémoslas, ahora que las tenemos.